Estudiantes por Estudiantes Movimiento Estudiantil Disidente
Este fin de semana circuló la
noticia de que Hugo Alexander Gómez Orozco, estudiante de 19 años de edad, fue
nombrado coordinador estatal del partido Movimiento Ciudadano en Colima.
Este mismo fin de semana, la
agrupación política dirigida por Vladimir Parra Barragán, joven de 25 años, logró
reunir más de tres mil personas en su asamblea estatal.
Ambos personajes fueron
participes directos del conflicto estudiantil que brotó en 2011 en la
Universidad de Colima, los dos fueron destinatarios de minimización y
descalificación cuando los guardianes de la palabra decían que esas protestas
no eran más que rebeldía natural juvenil, que eran ilusos manipulados, que eran
amenazas para la institucionalidad.
Pero movimiento e institución no son polos excluyentes. Hoy vemos el vivo ejemplo.
Con Hugo Alexander y Vladimir
Parra, ya son dos jóvenes emanados de un proceso político disruptivo que logran
colocarse en la dirección de estructuras políticas formales, mientras las
juventudes políticas de los partidos hegemónicos siguen abogando por cuotas y sometiéndose
a procesos de “adultización” para acceder a posiciones de poder.
Omitiendo las diferencias,
Vladimir y Alexander son parte de un interesante proceso de recambio
generacional en la clase política colimense, pues si superamos la visión del
personaje, los equipos de trabajo de ambos están conformados por jóvenes, lo
que por sí solo no indica nada pero al juzgar por su breve trayectoria se observan
perfiles innovadores, impulsos democráticos y probablemente una tendencia a
recuperar el lazo social de la política que hoy tiene a la vida pública
civilizada pendiendo de un hilo.
Aunque esto no fuera cierto, no
deja de ser interesante que la oposición política esté oxigenándose a partir de
nuevos cuadros en aparente construcción propia, es decir, parece que no son
cuadros políticos sujetos a un proceso de formación en una tradición
ideológica, formal y prescriptiva central, estadocéntrica y adultocéntrica,
sino que son impulsos independientes que han visto en ciertas agrupaciones
políticas la oportunidad de moldear una estructura que le de contundencia a su
voluntarismo.
Alexander apareció como actor durante
la efervescencia estudiantil canalizada en contra de Mancilla y por el relevo
de dirigencia en la FEC. Como representante en la vida política estudiantil
hizo uso de tribunas y espacios desde donde se proyectó y tejió un equipo que
se institucionalizó como Estudiantes por Estudiantes (ExE)
Parra encontró en el Movimiento
Estudiantil Disidente (MED) un espacio idóneo para poner en práctica su
formación política y sus habilidades como operador, donde por la misma inercia
del MED, buscó poco los reflectores, pero participó en la construcción de
estrategias, alianzas y negociaciones.
Habrá que celebrar estos procesos
sin perder resguardos, ambos personajes dan cuenta de un pivote de oxigenación
para el sistema político y posiblemente de nuevas alianzas que permitan
incorporar a la vida pública un grueso de la población que por el momento
rechaza cualquier cosa que huela a política.
El proyecto de MORENA es mucho
más coherente y tiene más arrastre que el de Movimiento Ciudadano, lo que lo
hace depender poco de alianzas con otros partidos o negociaciones con las
determinaciones del poder político, sin embargo en esto reside el riesgo de la
soberbia y los desencuentros que casi siempre terminan por hacer de la “izquierda”
el desastre que es hoy.
Vladimir y Alexander se
enfrentaron a la misma maquinaria de coerción, tienen tonalidades de acción y
discurso distintas, pero al menos se asumen en el espectro de la “oposición” y
de la izquierda. Al dirigente de MORENA lo ningunean en algunos círculos
políticos bajo el mote de “mocoso”, ahora tendrán que inventarle su propia
definición a Alexander, pues ya son dos actores marginados de la prescripción
adulta insertados en un sistema que no los recibe con beneplácito, aunque ello
no los exime de ser absordidos.
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